miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Cómo es la propaganda en una democracia?

Este video me ha recordado al que analizamos hace una par de semanas a cerca de la visión apocalíptica de los medios. Del mismo modo que en aquel se empleaba el medio televisivo a través de un telepredicador para hacernos reflexionar a cerca de la manipulación mediática, en este video se emplean las técnicas propias de la propaganda televisiva para advertirnos a cerca de los peligros de la misma.

Todos sabemos que el objetivo de la propaganda no es hablar de la verdad, sino convencer a la gente, pretende por tanto sesgar o desviar la opinión general, no informarla. Aunque el mensaje que nos transmiten puede contener información verdadera, puede ser incompleta, no contrastada, partidista… Como dice el refranero popular la verdad a medias es mentira verdadera, ya que es mucho más difícil de desenmascarar que una mentira obvia.

Al hablar de publicidad me parece interesante establecer la diferencia (si es que existe) entre propaganda comercial y política. En el primer caso se pretende que el consumidor lleve a cabo un acto de consumo, mientras que en el ámbito político se pretende que se suscriba a una ideología. No obstante, actualmente la frontera entre ambas es muy difusa debido a la convergencia de intereses entre las grandes empresas y los partidos políticos. De ahí que podamos hablar de un vínculo conflictivo entre lo privado y lo público en las democracias actuales.

Quizá el mayor logro de la propaganda sea hacernos creer que somos libres e inmunes a ella, tal como se dice en el video “the best propaganda is invisible”. En la sociedad actual resulta difícil distinguir lo que es información de lo que es propaganda, ya que los poderosos tienen la capacidad de difundir su retórica por medios masivos globales de forma muy extensa.



En 1970, durante la dictadura de Stalin, el periodista John Pilger entrevistó en Checoslovaquia a miembros de un grupo disidente, entre ellos el novelista Zdener Urbanek, que dijo lo siguiente: “In dictatorships we are more fortunate that you in the West in one respect. We believe nothing of what we read in the newspapers and nothing of what we watch on television, because we know its propaganda and lies. Unlike you in the West. We’ve learned to look behind the propaganda and to read between the lines, and unlike you, we know that the real truth is always subversive.”

El periodista irlandés Claud Cockburn lo tenía muy claro cuando escribió “Never believe anything until it’s officially denied.”

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